sábado, 15 de septiembre de 2012

¡Así están las cosas tras la "Diada" de Cataluña!

Da que pensar que esta gente de CiU haya evitado concurrir a cualquier contienda electoral celebrada hasta el momento definiendo al partido como inequívocamente independentista. Además, poniendo de manifiesto una artificiosa ambigüedad, ya que los votos que obtiene esta tendencia política separatista en las urnas son muy escasos de un tiempo a esta parte (ERC en 2006 obtuvo 652196 votos y en 2011 solo 257508). No obstante, las manifestaciones en favor de esta tendencia separatista esta gente las ha promocionado e inflando al singular y rústico estilo nacionalista, quedándose más ancha que larga. Así pues, a una convocatoria de “indignados” no muy distinta en concurrencia a la del pasado domingo se le podía contabilizar el gentío en 60000 ciudadanos, aunque atestara las calles de manifestantes desde la Pza. Catalunya hasta el Arco del Triunfo, pasando por P. de Gracia, Aragón y P. Sant Joan. Y qué decir del dinero público que ha destinado durante más de tres décadas a plataformas, asociaciones, hermandades u otros colectivos que oliesen, aunque fuese un poquito, a independentismo. Y por si lo anterior fuera poco, ha fabricado realidades que justificaran sus “patrióticas” políticas (desde el Cataluña habla hasta la limitación de la solidaridad interterritorial en Alemania). Ahora bien, si los de CiU han sacado adelante el proyecto nacionalista de su Cataluña grisácea y cuadriculada ha sido, en gran parte, debido al silencio de un colectivo muy amplio, castellanohablante y no-nacionalista, al que habiéndole conculcando derechos lingüísticos e ideológicos no ha creído oportuno decir ni mu para pasar lo más inadvertidos posible. O peor aún, a fin de ser aceptados por esta sociedad excluyente que han creado los nacionalistas, otro menor en número que ha justificado lo injustificable. Por consiguiente, no es necesario calentarse mucho la mollera para llegar a la conclusión de que se está permitiendo que una reducidísima élite esté gobernando a todos los catalanes a su puro antojo, gracias a una minoría radical e intolerante que lo apoya incondicionalmente, pero sobre todo gracias a esa inmensa mayoría de ciudadanos a los que han sugestionado hasta hacerlos creer que la política autonómica no va con ellos. Mientras tanto, aquí tenemos, por un lado, al pueblo llano extenuado gracias a las estériles políticas nacionalistas, la crisis económica y un gobierno estatal incapaz de sortearla y, por otro lado, a los dirigentes de CiU recogiendo los frutos de su calculada confrontación con el resto de España y haciendo escalas para tratar de llegar a su destino final, la hipotética independencia de Cataluña, con la menor fatiga acumulada en sus refinados cuerpos.