lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Es un decir!

¿Dónde queda el sentido común en quienes nos gobiernan desde nuestras instituciones públicas en Catalunya cuando hallándose la Generalitat de mírame y no me toques han cerrado plantas hospitalarias antes que canales de TV3? Pues el sentido común queda enclavado en el mismísimo modelo que ha hecho anteponer, desde hace tres décadas, el Catalanismo a los ciudadanos sin que nadie, salvo honrosa excepción, lo haya criticado explícitamente. ¿Cómo se ha permitido que el colectivo de trabajadores públicos de la cadena autonómica de televisión percibiese unas retribuciones salariales escandalosamente provocadoras para el resto de la sociedad? Pues del mismo modo que se le ha permitido un estatus preferencial al posponer el momento de su bajada salarial (5%) hasta que el colectivo en cuestión así lo decidió voluntariamente en referéndum; es decir, salvo honrosa excepción, sin decir ni mu. ¿Por qué, a pesar de las cada vez más disparatadas aportaciones públicas destinadas a la corporación catalana de televisión, sus índices de audiencia no han parado de desplomarse casi ininterrumpidamente? Pues porque invertir esas cifras de audiencia hubiese requerido de un capital tan doblemente fabuloso que hubiesen hecho inevitablemente visibles esas honrosas excepciones de atravesados que, incluso en época de vacas gordas, ya se quejaban amargamente de la merma de calidad y excelencia en servicios sociales de primera necesidad (sanidad, educación, bienestar social…). ¿Para qué nuestros representantes gubernamentales en Catalunya, su hipersubvencionada “Sociedad Civil” y su cohorte de palmeros mediáticos ensalzan en todo momento y ocasión el grado de calidad y excelencia de los profesionales del ente público de televisión? Pues para que cuando a su propia directora, para sortear los recortes presupuestarios, sólo se le ocurra amenazar con prescindir de la emisión de los partidos de fútbol (que es lo más parecido que existe hoy por hoy a comprar telespectadores a puro golpe de talonario) sólo las honrosas excepciones critiquen abiertamente que ese grado de calidad y excelencia no es más que una entelequia en TV3 y por supuesto… para que la inmensísima mayoría de catalanes continúe relegada por el Catalanismo sin decir esta boca es mía.

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