Últimamente, me llama poderosamente la atención cierta contradicción en que incurren nuestras autoridades municipales. Arremeten con feroz contundencia sobre los muchos menesterosos que con espontáneos cajones o mantas se instalan en la vía pública, con la delicada pretensión de lograr algún sustento, malvendiendo aquello que rebuscan entre los deshechos de la población. Sin embargo, miran hacia otro lado cuando algún “pollopera”, niño de papá, sin la correspondiente autorización administrativa, monta todo un rebuscado quiosco ambulante donde vender la “nacional” rosa en Sant Jordi con la que sufragarse el viaje de fin de estudios a Venecia. Por no hablar acerca de los que a pie de carretera venden la captura de ese noble deporte “patrio” que consiste en cazar… setas.
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