miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cada uno como pueda se explique y se rasque donde le pique

Estas pasadas elecciones al Parlament de Catalunya están precipitando a pie quedo la tramitación de irrevocables dimisiones en el seno de los partidos políticos que conformaban el Tripartit. Esta serie de forzadas renuncias, los protagonistas, no deberían atribuirla en modo alguno a tener la suerte de espaldas porque se lo han ganado a puro cojón. De todos era sabido que esta estridente alianza gubernamental reeditada hace cuatro años, la inmensa mayoría de los catalanes, no la quería ver ni en estampa. El mazazo con el que han sacudido a los tres partidos políticos en cuestión, aquellos que han decidido depositar su papeleta en las urnas, ha sido proporcional al grado de estridencia doctrinal que generaba cada formación con respecto a las dos restantes dentro de la tripleta. De ese modo se explica el impresionante desmoronamiento electoral de ERC y el anunciado cese en la actividad política de primera línea de quien llegó a presidir el Parlament de Catalunya durante dos convulsas legislaturas. Sin embargo, en lo tocante al máximo representante y principal responsable de estos pésimos resultados en los últimos comicios de la formación independentista, tira de espaldas su obstinación en aferrarse a un cargo que, en mi modesta opinión, siempre le quedó holgado. Pero, como no hay mal que por bien no venga, estos horribles siete años de Tripartit han servido para curarnos de espanto… porque quién sabe si el rumboso retrato del personaje aún lo hallaremos en los próximos carteles electorales diseminados por todos los municipios de la triangular geometría de Catalunya.

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